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19 En toda la tierra de Israel no podía hallarse ningún herrero(A), pues los filisteos decían: «No sea que los hebreos hagan espadas o lanzas(B)». 20 Y todo Israel tenía que descender a los filisteos, cada cual para afilar la reja de su arado, su azuela, su hacha o su azadón. 21 El precio era dos tercios de siclo (8 gramos de plata) por las rejas de arado, las azuelas, las horquillas, las hachas, y para arreglar los azadones.

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